Tenía una entrevista de trabajo y los
nervios apenas me dejaron dormir. Mi marido me acompañaba. Me dejaría allí y no volvería hasta la tarde, ya que nos habían avisado que la entrevista sería de varias partes y duraría todo el día. Pensé en ponerme un vestido ajustado que me hacía un poco más elegante
de lo que normalmente suelo ser.
En el trayecto a la ciudad iba con los apuntes que
estudié sobre la nueva empresa. En una hora podría revisar por encima
los detalles más importantes. Pregunté en recepción, pero me dijeron que tardarían unos 20 minutos en entrevistarme. Había visto una cafeteria al lado del edificio, así que les dije que volvería en 20 minutos. Cuando salí no vi a mi marido, y por el poco tiempo que disponía, pensé que era mejor no llamarle para el café. Me senté en una mesa pequeña.
A mi lado se sentó un chico más joven,
alrededor de unos treinta años, atractivo y cordial. Me saludó con una
sonrisa y yo le respondí, a pesar de mi mala cara tapada por el
maquillaje.
Comencé a jugar con mi móvil pero mi vecino de mesa olía demasiado bien como para poder concentrarme. No podía
disimular que me sentí atraída por él. Me había dedicado una sonrisa muy atractiva cuando se sentó.
Pasaron los 15 minutos. Al levantarme tuve que pasar junto a él, y rocé mi
culo contra él. Al menos, algo me llevaba. Le sonreí y le dije un fugaz
adiós.
Mientras entraba en el edificio nuevamente, no paré de pensar en
su olor y en lo excitada que me había sentido por un momento. Pero necesitaba
concentrarme, la entrevista era importante y no podía perderme por aquello.
Al llegar a la empresa, me mandaron a
una sala conjunta con otros candidatos. Me senté en una zona vacía de
gente a mi alrededor, cuando para mi sorpresa, le vi aparecer. Él acudía
a la misma entrevista que yo. Me miró y me sonrió. Se sentó a mi lado y
de nuevo su olor – así que compañeros de nuevo- y le sonreí. Me estaba
poniendo otra vez y mi mente pensaba en follar con él en cualquier
despacho. Entonces nombraron mi nombre y me despedí.
Teníamos una hora para comer entre
entrevista y entrevista. En el momento del descanso, le busqué entre la
gente del restaurante, pero nada. Ni rastro.
Acabé de comer pronto así que pensé en
salir a tomar el aire, necesitaba relajarme. Me dirigí hacia el baño
para refrescarme la cara cuando oí su voz hablando por teléfono. Venía
del baño de hombres. Pensé en entrar y pedirle que me montara allí
mismo. Me esperé fuera hasta que colgó y abrí la puerta del baño de
mujeres, haciendo tiempo hasta que me viera.
Le miré y no hizo falta pedírselo, entendió perfectamente lo que quería de él. Le cogí de la mano y le metí en el baño.
Su lengua se movía por mi boca con
fuerza y notaba su erección por debajo de su pantalón. Le toqué por
encima y metí mi pierna en su entrepierna, rozándome, mientras él metía
su mano por debajo de mi vestido hasta llegar a mis bragas. Oímos un
ruido así que me cogió del culo y me metió en uno de los wáteres,
cerrando la puerta con pestillo. Yo estaba sentada en el wáter y su
cintura estaba justo a la altura de mi boca. Pensé en chupársela hasta
que se corriera dentro. Empecé a desabrocharle los botones de forma
rápida y deseosa de meterme su polla. Le bajé los calzoncillos y le miré
a los ojos mientras rozaba con mi lengua la punta. Él empezó a gemir y a
acariciarme el pelo, mientras le lamía el pene arriba y abajo. Lo cogí
con mis manos y empecé a masturbarle. – chúpamela otra vez- y volví a
jugar con mis labios y mi lengua, metiéndomela lo más profundo que
podía, mientras le tocaba el culo.
Me miró y paré. – quiero que me folles
ya- y me levanté. Me quitó el vestido y empezó a lamerme los pechos por
encima del sujetador mientras sus manos me bajaban las bragas. Se
entretuvo con mi culo mientras yo me masturbaba con su polla, hasta que
me la metió. Gemí tan fuerte que quien estuviera allí sabría la que se
estaba montando, lo que aumentaba todavía más mi excitación. Él me daba
con ganas mientras yo agarraba su pelo y le susurraba voy a correrme en
breve. Entonces paró y se sentó en el wáter. Me coloqué encima y se la
chupe antes de metérmela. Volvió a gemir y a pedirme más, yo apoyaba mis
piernas contra el suelo, moviendo mis caderas despacio. Le puse las
manos en mis pezones y empezó a moverlas con fuerza mientras yo
aumentaba el ritmo. Su polla dura me gustaba demasiado y necesitaba
sentirla lo más profundo posible.
Nos miramos con deseo. Nuestras lenguas
húmedas volvían a encontrarse. Me gustaba su lengua y su polla, estaba
pegando un polvo de los que hacen historia. Sus gemidos iban en aumento y
yo estaba ya a punto de correrme. – voy a correrme, sigue así- y me la
saqué para darme la vuelta y metérmela de nuevo. Me cogió desde atrás y
movía mis caderas, mientras yo colocaba mis manos contra la puerta. – me
encanta tu culo - me dijo y puso su dedos en mi clítoris. Grité con
fuerza y tuve el orgasmo mientras él seguía moviendo sus manos. Paré y
me levantó de encima de él. – quiero correrme en tu boca- así que me
arrodillé y empezó a masturbarse delante de mi cara. Empezó a gemir con
fuerza y me la metí en la boca. Seguí chupándosela hasta que no pudo más
y se corrió. La mantuve dentro un poco más mientras agarraba mi pelo y
seguía gimiendo hasta que la sacó. Tragué saliva y su semen que sabía
mejor de lo que imaginaba.
Le miré y me sonrió.
Miramos los relojes. Quedaban cinco
minutos para volver a la ronda de entrevistas. Nos vestimos con prisa
mientras rozábamos nuestros cuerpos todavía sudorosos. Salimos fuera y
nos lavamos la cara. Intentamos disimular el cansancio y el calor. Me
miró a través del espejo y se dirigió hacia mi – intenta no volver a
coincidir conmigo de nuevo, o no salimos de aquí- y se fue.
Cuando acabé todas las entrevistas, le envié un mensaje a mi marido que me podía venir a recoger. Quedamos en el café.
Estaba recordando lo vivido, cuando alguien me preguntó a mis espaldas.
- ¿Interesante la entrevista?
- Si, mi amor. Muy intensa. Vamos a casa que te la explico. Le dije a mi marido.
Entonces ví que en la barra estaba el chico. Me guiñó el ojo. Yo le sonreí mientras salía a la calle.
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