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Gracias a todos/as.

Soy consciente que este blog, que nació de manera privada para compartir entre mi mujer y yo, ha ido creciendo. No son muchos los comentarios que recibo en él, pero si los comentarios de apoyo y reconocimiento.

Y ya son 6 años. Una característica que veo de la mayoría de blogs de este tipo es que duran unos dos o tres años y son abandonados o cerrados por sus creadores.

No está en mi mente cerrar este por el momento, asi que a disfrutar, que hay cuerda para rato.


Vaya regalo de Cumpleaños

Ella estaba impaciente.

Dentro de una semana él cumpliría su cumpleaños. Su matrimonio había perdido la chispa que tanto habían tenido. Eran muchos los matrimonios que llevando igual cantidad de tiempo se desmoronaban, por eso estaba decidida a hacer hasta lo imposible para que a ellos no les sucediera lo mismo. Haciendo una lista mental con todas las cosas que debían mejorarse en su matrimonio, llegó a la conclusión de que la más urgente era la parte sexual. Cada vez le dedicaban menos tiempo a los preliminares, ya nunca se disfrazaban y hacían juegos de rol ni lo hacían a cualquier hora y en cualquier lugar de la casa.

Es cierto que teniendo hijos la cosa cambia, que los tiempos ya no son los mismos, y que no se puede tener sexo en la mesa de la cocina si los niños están por levantarse a desayunar,

Pero ¡vamos! Que hay muchísimas alternativas y no hay por qué dejarse estancar. A esa conclusión llegó Cristina, y se puso a maquinar montones de ideas para tener una gran noche de placer el día de su cumpleaños. Tenía que ser una idea realmente magnífica, que lograra reavivar la pasión. Pensaba y descartaba ideas continuamente hasta que se dio cuenta de algo.

Sólo necesitaba hacer memoria. Es que Jaime, su marido, antes siempre le contaba los sueños húmedos que tenía, o con lo que fantaseaba, Entonces solo era cuestión de rememorar alguna de esas fantasías que nunca se hubiesen realizado, y cumplirla. Su cabeza no paraba. Jaime había sido tan caliente que siempre estaba contándole alguna de sus fantasías a Cristina para hacerla mojar. Pero ahora que recordaba todo desde cierta distancia, se dio cuenta de que había una fantasía que, salvo por algunos detalles, Jaime siempre mantenía: hacer un trío, o verla a ella con otro.

Era algo muy fuerte, pero si lo soñaba tanto, era porque lo quería ¿o no?

Cristina se dio cuenta de que todo el tiempo había tenido frente a sus narices la solución, la vuelta de tuerca que le faltaba a su vida sexual. Él le había enviado incontables señales, y ella como una tonta no las había sabido leer. Definitivamente, tantos años de paciencia y de espera tenían que tener una buena recompensa. ¡Lo iba a volver loco, y de paso, ella iba a vivir una fantasía que también tenía, pero no había compartido con nadie!

Mientras Cristina juntaba coraje para pensar en un tercero, ocupaba su tiempo poniéndose a tono. Fue a un centro de estética a que la depilaran bien. A ella no le gustaba afeitarse, porque la piel quedaba áspera, así que siempre depilaba con cera sus piernas, y los bordes de su sexo. Sin embargo esta vez hizo algo distinto. En lugar de dejar su sexo con un prolijo triangulito de vello, lo quitó completamente quedando suavecita y peladita como una bebé.

A la depilación le siguieron manicura, pedicura y por supuesto compra de lencería. Medias negras a mitad de muslo, con una línea roja recorriendo desde su talón hasta el borde superior de la media. Coulotte de gasa también negro, formado por diminutos voladitos y que dejaba traslucir su nueva sexo pelado. Usaría un corsé que su marido le había regalado pero aún no había estrenado. Ya no lo podía dilatar más.

Tenía que hablar con el tercero. Por su mente habían pasado varios hombres: un compañero de trabajo, un amigo de ambos, etc.  Como proposiciones no le habían faltado a ella, porque muchos hombres le tiraban indirectas, tres días antes del día D, Cristina le hizo una propuesta un poco indirecta a Martin. Éste era soltero y atractivo. Pero no sabía como reaccionaría, y sobre todo, tenía miedo de lo que podría pensar él. Se lo hizo venir bien para dejarle saber que a su marido le encantaría de regalo de cumpleaños hacer un trío y verla con otro. Le dijo que creía que su marido estaba loco, pero cuando vió que él le contestaba que no era ninguna locura, y que él medio en broma, aceptaría de buen grado su invitación. 


La propuesta estaba hecha muy discretamente, y cuando vió que sus ojos parecían que se iban a salir de sus órbitas, y su pene del pantalón, que pudo observar con disimulo, como sólo saben hacer las mujeres, ya lo tenía claro. Tenía el candidato.  

Cristina se justificó en que sólo faltaban 3 días y no conocía a nadie más que le gustara. Martin entendió el ofrecimiento y el piropo, y le dijo que no se preocupara. Él ocuparía ese lugar con mucho placer. Fué tan decidido que hasta le dijo que no se preocupara, que él reservaría una habitación de hotel en la ciudad.

Llegó el día, o mejor dicho la noche de su aniversario. Jaime había pasado el día trabajando, y no había recibido su regalo.

Cristina le envió un mensaje al móvil:
"AMOR, HOY ES TU CUMPLEAÑOS, LÁVATE BIEN Y VE A LA HABITACIÓN 169 del HOTEL CONTINENTAL. TE HE DEJADO LA LLAVE EN EL BAÑO. CUANDO LLEGUES A LA HABITACIÓN, DESNÚDATE, Y ESPÉRAME. TENEMOS MUCHO QUE CELEBRAR. AVíSAME CUANDO ESTÉS PREPARADO. FELICIDADES. TE AMO"  

Le había entrado esa excitación que tanto le gustaba de pensar que le estaría esperando. No tardó ni 5 minutos en salir para el hotel. Ni lento ni perezoso Jaime siguió las indicaciones de su esposa y se dió una buena ducha. Cuando salió de la ducha, envió un mensaje a su mujer diciendo que estaba preparado, y se puso a leer un poco para distraer su excitación evidente. No tenían muchas oportunidades de estar solos, y estaba contento porque su mujer había pensado en una, y hasta había reservado un hotel, pensó él.

Pero nunca, nunca, jamás pensó en encontrar lo que vio cuando abrió, tras oir una sutil llamada, la puerta de su habitación.

Jaime abrió la puerta desnudo y muy nervioso.

Su esposa vestida de manera infartante con unas botas de tacón muy altas, estaba frente a él con tres botellas de cerveza en la mano. Pronunció un

- FELIZ CUMPLEAÑOS, MI AMOR !!!

Ella dió un paso al interior y le besó. Él tenía alguna duda en su mente, y lo único que supo decir es:
- 3 cervezas, ¿mi amor?

-Sí, respondió ella. Una para cada uno. Dicho esto de un lado de la puerta apareció un hombre. Cristina le dió la mano. Te presento a Martin. 

Jaime por un momento se quedó allí de pié desnudo de piedra y mudo, ya que había pensado que su mujer nunca aceptaría la fantasía de compartirla con otro, pero estaba claro es que ese hombre estaba ahí y la oportunidad era real. Por un momento no sabía que hacer, y el nerviosismo era evidente. Pero Cristina entrando léntamente y apretándose contra su cuerpo desnudo le susurró muy lentamente en la oreja que solo estaba cumpliendo su fantasía. Y aunque su mente no acababa de procesar lo que estaba sucediendo, su cuerpo lo hizo rápidamente, agolpándose la sangre entre sus piernas.

Cristina al sentir contra su vientre la verga dura de su marido esbozó una sonrisa como la de un gato relamiéndose, y apretando su mástil con una mano lo besó con pasión, a la vez que cogiéndole el mastil, le llevó al interior. Jaime notó que el aroma de sus esposa era de haber bebido alguna copa. 

Cuando llegaron al interior, los labios de Jaime se abrieron para responder a los de su esposa, sus manos apretaron ese culo que tanto le gustaba. Estaban tan perdidos en su abrazo que no notaron que Martín se acercaba por detrás de ella. Era más que evidente que Jaime no lo rechazaba, así que no había más que hablar. Cuando llegó a donde estaba la pareja se pegó a la espalda de Cristina y besó su nuca. Jaime jadeó al sentir el contacto del cuerpo de su amigo contra sus manos, que seguían en el culo de Cristina.

En ese momento fue consciente de lo que estaba haciendo, que estaba compartiendo a su esposa con otro hombre.

Martín acarició las tetas de Cristina, rozando sus pezones por encima de la tela del vestido ajustado que se había puesto. Su boca se trasladó desde la nuca hasta el lóbulo de la oreja derecha de ella. Tantas sensaciones juntas en el cuerpo de Cristina, la hicieron jadear y contonearse.

Jaime se alejó un instante para observar a su mujer en brazos de ese desconocido hasta ese momento y al ver las manos de éste rozando los pezones de ella, decidió que ya era hora de que pudiera tocar piel en lugar de la gasa de la ropa interior. Le desabrochó la cremallera trasera del vestido, y Martín desde atrás lo desprendió. Era su primer movimiento conjunto. 


Después bajó el coulotte y al ver a su esposa totalmente depilada, ya no pudo apartar la vista de tremendo espectáculo. Se agachó y desde abajo miró a Cristina hundiendo su lengua entre sus piernas. Cristina jadeó. 
Martín le pellizcó los pezones a Cristina mientras le sacaba el vestido, quedando únicamente solo con sus zapatos de tacón y medias.

Estuvieron unos instantes así. Cristina mientras tanto con una prodigiosa habilidad había desabrochado los pantalones de Martin, y los había bajado. Le agarraba la dura verga mientras seguían en un beso profundo.

Cristina se puso muy lentamente de rodillas enfrente de ese miembro. Miró a su marido enseñándole el miembro que tenía en la mano, y dejándole entrever lo que iba a hacer.
Cristina se giró para ver de frente a Martin, y ofrecer su culo a su marido. Ella besó apasionadamente a Martin mientras su marido hundia su boca en el precioso culo de Cristina.


Empezó a deslizar suavemente la lengua por el tronco, pero cuando sintió la boca de su marido contra su trasero húmedo abrió completamente su boca y engulló la verga que tenía delante. Martín estaba muriendo de placer, Cristina chupaba verga como si su vida dependiera de ello, succionaba su tronco, chupaba sus pelotas, las amasaba y meneaba su culo para pegarlo más a la cara de su marido. Jaime nunca había probado a su mujer así, sin la barrera del escaso vello que siempre se dejaba. Estaba fuera de sí, chupaba su clítoris, hundía la lengua en el coño empapado por el placer, sentía los ruidos que hacía su mujer al chupar la verga de otro hombre y solo deseaba devorarla más, darle todo lo que  ella necesitaba.  

Cristina jamás en su vida había hecho algo así, y las sensaciones eran tan intensas que no sabía cómo lo había evitado  durante tanto tiempo. La boca de Jaime trabajaba tan bien su coño que en poco tiempo empezó a llegar a su límite. movía sus caderas cada vez más rápido, chupaba con más fruición, hasta que con el último resquicio de cordura sacó la verga de su boca para no morderla, y se dejó llevar por el éxtasis, y mientras apretaba con fuerza los glúteos de Martin, tuvo un orgasmo devastador. 



Era la primera vez que se corría en boca de jaime, pero es que el morbo de esa situación la sobrepasó, y se dejó ir.

Cuando terminó quedó tirada en el suelo, con cara de querer más. Jaime la subió a la cama y le hizo saber que había llegado el momento de que ellos gozaran tanto como ella.

Jaime autorizó entregando un preservativo a Martin, a que cogiera a su esposa.

Se tumbó boca arriba y Cristina se tumbó encima suyo, abrazándose y besándose. Mientras Martin se preparaba para penetrarla desde detrás.

Jaime mientras  tenía una tarea mucho más dulce, preparar ese rico culo para su invasión. Buscó entre sus cosas un tubito de lubricante. Cristina llevaba muchos años siendo penetrada únicamente por la verga de Jaime, de modo que inmediatamente notó diferencias con la de Martín. La de éste era curvada, rozando zonas que la de Jaime no, además tenía una base más ancha. La de Jaime era mas corta.

Cuando sintió el dedo de Jaime hurgar en su fruncido ano, por un momento se puso rígida. Ella al pensar en un trío, había imaginado a uno por el coño y otro por la boca, nunca dos por sus entradas inferiores, siendo tan delgada la separación entre ambas. Luego pensó que no importaba lo que ella hubiera pensado, esto era para Jaime, y si él quería que lo hicieran por culo y concha a la vez, así sería. Jaime la había penetrado muchas veces por detrás y a ella le gustaba. Jaime sumergió en el culo de su esposa otro dedo, y al moverlos sintió la verga de su amigo.

Movió sus dedos como tijera para acostumbrar más rápidamente a su esposa a estar invadida por dos lados a la vez. Pasados unos momentos, Cristina empezó sola a moverse contra los dedos de Jaime, buscando que la penetraran más. Su esposo de inmediato interpretó las señales y untando su verga con lubricante, y pidiendo a Martín que se quedara quieto un momento, comenzó a entrar en el culito de su esposa. Cristina sentía que iba a reventar, nunca antes se había sentido tan llena. Los dos hombres se movían sincronizadamente, cuando uno entraba, el otro salía, pero nunca la dejaban vacía. Siempre había una verga dura adentro de ella, siempre había una cabeza entrando, siempre había un tronco saliendo.

Martín estaba extasiado. El sentir otra verga friccionando contra la suya, separadas únicamente por una delgada piel le generó sensaciones nuevas, que nunca podría lograr penetrando solo a una mujer. Era el cielo y el infierno. Se sentía tan apretado, que creía que iba a morir en cualquier momento. Jaime pellizcaba los pezones de su esposa, los estiraba, los estimulaba y envestía cada vez más rápido y más profundo dentro del canal apretado de su culo.

Martín de inmediato se acopló a los movimientos de su amigo. Estaban frenéticos, resoplaban sobre Cristina. Martín no podía más, venía aguantándose desde la mamada y dando un último empujón, se descargó. Jaime sintió los movimientos espasmódicos de su amigo acabando y también se dejó llevar, llenando con su leche caliente el culo de su esposa.

A Cristina le bastó sentir el primer chorro de leche dentro de ella para alcanzar el orgasmo una vez más, y gimiendo muy muy fuerte acabó de ordeñar las vergas que la llenaban. Jaime se giró hacia un costado arrastrando a Cristina con él para que no aplastaran a Martín.

Y ella, al sentirse arropada entre los brazos de su marido le susurró "Feliz aniversario mi amor"



Nos quedamos un rato tumbados, como asimilando lo que había ocurrido y disfrutando de la situación. Cristina estaba acostada en el centro, y a ambos lados estabamos los dos machos. Le acariciabamos los pechos. 

Así estuvimos un rato más. Cristina se levantó y fué al baño. Cuando volvió abrimos las cervezas e hicimos un brindis los tres.