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Provocando miradas

Mi amada mujercita se vistió convenientemente para la ocasión con un corset blanco, un short vaquero y unos zapatos de tacón blancos, todo aquel conjunto evidentemente no la permitía pasar inavertida cosa que por supuesto no pretendía. Según me comentó, se trataba de que se fijaran en ella cuantos más hombres, mejor, ya que la intención era esa.

Al entrar en el club, nos recibió un hombre de unos 45 años que, viendo a mi esposa vestida así no pudo reprimir un comentario "ya era hora que viniera una mujer de verdad, dios mío" a lo que ella sonrió pícaramente. Aquel hombre nos enseñó todas las instalaciones al tiempo que la miraba con deseo y me guiñó un ojo evidenciando su envidia sana.

Nos acomodamos en un sofá de la discoteca mientras observábamos a los demás clientes, unas cuantas parejas y algunos hombres solo a la espera de ser invitados por alguna de ellas.

Salimos a la pista a bailar y al poco rato vimos a una pareja que solicitaba al relaciones públicas del local que les presentara a un chico de unos 32 años. Observamos un rato y pronto el chico sacó a bailar a la mujer mientras el marido los miraba con deseo.

Comentamos un poco la jugada y le pregunté a Cristina si había algún hombre de su gusto a lo que respondió que había uno que no dejaba de mirarla y que con el cual no le importaría "jugar". Rápidamente por si se arrepentía, le dije que me acercaría al relaciones públicas y le diría que nos lo presentara a lo que ella con una mezcla de deseo e indecisión me respondió que esperara un poco más ya que a ella lo que realmente la excita es la seducción, miradas, gestos...

Le dije que me iría un momento al wc y que mientras tanto hiciera lo que quisiera a lo que ella asintió con un beso. Por primera vez desde que la conocía se había puesto colorada por lo que podía pasar, así que la besé en sus labios y le dije que habíamos venido a la discoteca a pasarlo bien. Me fuí al wc y la dejé a merced de su suerte, deseando que al volver ya hubiera tenido un primer contacto con aquel hombre.

Tardé un buen rato deliberadamente antes de salir para darles tiempo a romper el hielo.

Al salir los ví juntos en la barra. Él la estaba invitando a un cubata y ella sonreía lo que significaba que se sentía a gusto. Dudé en acercarme o quedarme viendo la escena a distancia. Por fin me decidí a verlo a distancia. Me pudo el morbo de ver a mi mujer ligando con un desconocido.

Se fueron a la zona de sofás mientras yo aproveché para ir a la barra y pedir una copa y fumarme un cigarrillo, entre nervioso y excitado. Sentí que mi polla se hinchaba un poco y me senté en un taburete y observé a la pareja cómo charlaban y reían. Otras parejas bailaban en la pista mientras otras jugaban en los sofás.

Decidí dejar a la pareja a solas y fui a dar una vuelta por el local viendo parejas, trios, dobles parejas jugando y pasándolo bien. En mi cabeza rondaba el demonio de los celos y en mi polla la excitación de cuanto veía así que dirigí mis pasos hasta donde había dejado a mi mujer con aquel hombre con la intención de unirme a ellos.

Mi sorpresa fué mayúscula y mi corazón empezó a latir más rápido que nunca al comprobar que no estaban allí. Mi cabeza empezó a imaginar cosas probables pero quería que no estuviera ocurriendo al tiempo que mi excitación y el morbo me hacían desear que si, que ocurriera lo inevitable.

Empecé a dar vueltas por el local, subí las escaleras, fui habitación tras habitacíón mirando si alguna de aquellas parejas era la que buscaba sin éxito. Me puse muy nervioso mientras veía otras parejas entrar y salir de las camas hasta que por fin los ví en una sala donde pasaban una peli porno. Allí estaba mi amada mujercita abrazada por un desconocido y tomando otro cubata y besándose.

Yo no podía con tanto nervio y me acerqué a ella y le dije que por qué no me había dicho que cambiaba de sitio y ella me respondió que el que se había ido al wc fui yo. No pude decir nada y me senté junto a ella. Nos presentó y pronto pude ver que habían intimado ya que él no dejaba de acariciarla en mi presencia y ella no le apartaba las manos.

Tienes una mujer maravillosa, dijo él seguro de sí mismo.

Ya... dije nervioso.

Hubo un silencio que duró unos dos minutos. En aquella situación, parecieron muchos más. Cristina advirtió en mí un ápice de celos y me invitó a ir a la zona de discoteca a enfriar aquel momento tenso.

Raul nos acompañará a la pista, verdad Raúl?

Aquel tío la había hecho su cómplice durante mi ausencia.

Bailamos unas cuantas canciones y Raúl se unió a nosotros ya mucho más calmados.

Le dije a Cristina que me había puesto muy nervioso pero que ya todo había pasado y que me gustaría que continuara jugando con él.

No sé si lo soportarás verme con él pero si me prometes que te comportarás, jugaré con él, es un tío muy agradable y ya verás como os hacéis amigos.

A todo esto llegó Raúl con otros cubatas. Charlamos de temas banales y poco a poco la cosa se calmó. Le pedí a Raúl que sacara a bailar a mi mujer, lo cual aceptó encantado. Los ví bailar muy juntos cuando pusieron música sensual. Pasé de los nervios a la excitación, es decir, me gustaba ver a mi mujercita con otro.

Las manos de Raúl empezaron a explorar las nalgas de Cristina por encima del short. Ella sonreía complaciente. Sus labios se acercaron mientras mi polla se hinchaba deseando ver aquello.Su morreo fue largo, tan largo como las manos de él que no dejaban de acariciarla, después de sus nalgas pasaba a su corset, luego a sus pechos.Ella se abrazaba a él más fuerte, como no queriendo separarse nunca. La ví juntar sus ingles a las de su amigo, todo ello sin dejar ese morreo largo y pasional.

Tardaron poco en volver a la zona de sofás donde los esperaba.

Se sentaron junto a mí. Ella quedó entro los dos pero sin dejar de besar a su nuevo amigo. Aproveché para acariciar sus preciosas pernas mientras Raúl le desabrochaba el short. Cristina estaba ya totalmente entregada a la pasión del momento y desabrochó en cinturón del pantalón de Raúl mientras yo pasé mi mano por encima de su minúsculo tanga comprobando su excitación. En aquél momento ya no había vuelta atrás.

Mis nervios habían quedado atrás dando paso a mi excitación así como la de Cristina y Raúl.

Ella acariciaba el paquete de su amante que pedía a gritos ser liberado del slip, cosa que mi lujuriosa esposa no tardó en hacer, lo miró, me miró como diciendo que aquel trozo de carne sería para ella con o sin mi permiso y lo lamió, recorrió con su lengua de arriba abajo, de abajo a arriba, le comía los huevos mientras gemía como una putita. Echó en la punta saliva y empezó a chupársela como nunca la había visto hacermelo a mí. Yo me tuve que bajar los pantalones y el boxer y empecé a masturbarme viendo tal espectáculo mientras Raúl me sonreía sin decir nada, aquella sonrisa lo decía todo. Su cara de satisfacción era el mayor insulto que me podía hacer pero si hay una cosa que he aprendido es que hay que saber llevar muy dignamente los cuernos.

Así que sin más, me acerqué a mi amada mujercita y la acompañé en su mamada, sí me comí la polla de Raúl en las narices de mi putita. Ella, atónita, sonrió y se unió a la fiesta lamiéndole los huevos. Después de un buen rato de mamada, le dije que cabalgara a su amante, cosa que no dudó en hacer. Se subió en aquel mástil y dejó deslizar su cuerpo hasta sentir sus huevos lo que arrancó un grito de lujuria de mi mujer a lo que Raúl respondió con unos mordisquitos en los pezones de Cristina. Ella, ya fuera de sí, sólo podía balbucear palabras como "fóllame" "jódeme cabrón" "te quiero Raúl"...

No tardé mucho en descargar encima de las nalgas de mi mujer mientras ella no paraba de cabalgarlo. La limpié con mi lengua y como otras muchas veces, le pasé mi leche aún caliente a su boca. Raúl estaba a punto de derramar dentro de Cristina, quien quiso pasarle algún resto de semen mío a lo que él respondió que no que ya estaba apunto.

Realmente estaba a punto ya que al salir de dentro de mi mujer, derramó un chorro enorme de leche sobre las tetas de ella, que se corrió otra vez más, perdiendo la cuenta de cuántas habían sido. Luego, limpió aquel mástil de carne que la había hecho tan dichosa y se tragó los restos que aún quedaban en los huevos de su amante.

Fui a lavarme al wc y al volver los ví abrazados y besándose. Querían más y yo no podía negarle nada, asi que fuimos a la zona de la piscina donde siguieron jugando durante un buen rato. Yo, sumiso, les seguía a todas partes pero el realmente partícipe y protagonista era Raúl, quien al finalizar la noche había follado con mi mujer tres veces, dejándola exhausta y feliz.

Para finalizar aquella inolvidable velada, amablemente nos invitó a otra copa y elegantemente se despidió de mí con un abrazo y de mi putita con un beso.

Al llegar al hotel no mediamos apenas palabra, simplemente hicimos el amor recordando ambos que un hombre, un semental, había entrado en nuestras vidas o más exactamente, en el chochito de mi mujer que desde aquella noche no es la misma, es mucho mejor como hembra y como esposa.

Te amo, Cristina